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¿La Sombra Del Ciprés Es Alargada?

  • Foto del escritor: Gloria
    Gloria
  • 24 mar 2020
  • 6 Min. de lectura

Sí, así se llama la novela de Miguel Delibes que reflexiona sobre los ideales y la muerte.


La Historia del ciprés

La novela comienza desde la inocencia, desde la infancia de Pedro, un niño huérfano que no sabe nada de la vida y a quién intentan educar.


Desde pequeño, nuestro protagonista sentía en lo más profundo de sí una soledad desgarradora, que poco a poco marcará su carácter.


Pág. 18. “Cuando me apeé en la puerta de don Mateo, me invadió una sensación de soledad como no la había sentido nunca. Me hacía el efecto de que nadie en el mundo daría un paso por afecto hacia mí.”


Pág.21. “Encontré mi habitación fría, destartalada, envuelta en un ambiente de tristeza que lo impregnaba todo, cama, armario, mesa y hasta mi propio ser. [...]

Todo raspaba, arañaba, como raspan y arañan las cosas prácticas.”


La historia de Pedro cambia cuando llega Alfredo a su vida, otro niño que empieza a vivir con él y conectan desmesuradamente, dándoles así esperanza a ambos.


Pág. 41. “Nuestra amistad, en cortas semanas, se había anudado sólidamente. [...]

Ahora todo era distinto: las cosas tenían sus contornos, su voz, su latido, que compulsábamos y saboreábamos los dos juntos.”


Desde ese momento un fino hilo de felicidad se deja ver por la novela, pero no mucho, debido a la figura del mentor de ambos don Mateo quien les transmitirá una filosofía pesimista basada en la premisa de que la máxima felicidad es conformarse con poco.


Pág. 65. “Encauzado el verano por unas veredas tan uniformes, se nos fue como una ilusión, cuando casi no habíamos empezado a saborearlo. [...]

Empecé a darme cuenta de que nada hay largo en la vida por muy largo que quiera ser.”


Pág. 68. “– Hacen falta años para percatarse de que el no ser desgraciado es ya lograr bastante felicidad en este mundo. La ambición sin tasa hace a los hombres desdichados si no llegan a conseguir lo que desean. La suprema quietud con poco se alcanza, meramente con lo imprescindible.

[...]

–Tal vez el secreto –añadió don Mateo– esté en quedarse en poco: lograrlo todo no da la felicidad, porque al tener acompaña siempre el temor de perderlo, que proporciona un desasosiego semejante al de no poseer nada.

[...]

–No es lo mismo perder que no llegar. Si os dan a elegir quedaos con lo último. El hombre acostumbrado a dos, si le dan tres será feliz; si desciende a uno, apenas percibirá la diferencia. El habituado a diez si baja a tres difícilmente sabrá acomodarse a esta férrea limitación.”


Pág. 70. “La vida terrena es del hombre neutro, de quien no ha puesto la base de su felicidad en nada caduco, finito, limitado, aunque tampoco en una vida ulterior; de quien ha hecho de la vida una experiencia sin profundidad, altura, consistencia ni raíz…”


Pedro es un niño que piensa mucho y que siente en sí un dolor que trata de entender para poder sanar, sin embargo, la vida le pone en situaciones en las que le es difícil vibrar positivo y le empieza a generar una rutina de emociones tóxicas que llegarán a una de sus cumbres con la muerte de la única persona que lo ataba a la vida, su mejor amigo Alfredo.


Pág. 69. “Súbitamente me contemplé como un ser que empieza a usar de la razón con lógica y clarividencia. Noté que mi cuerpo se destapaba como una botella y se hacía receptor de toda clase de influencias externas.”


Pág. 99. “Más mi carácter introvertido y pensador me sumergía frecuentemente en estas zozobras y dudas.”


Pág. 146. “La sombra de la muerte aún duraba, agarrándose a la superficie de las cosas. No se eclipsó con la desaparición del cadáver.”


Toda la interpretación de la realidad de Pedro, a partir de este momento viene ligada a su miedo al dolor y crea él mismo la “Teoría del Desasimiento” que dice que si te alejas de todo lo bueno que te puede pasar, no perderás nada.


Pág. 99. “Al hombre, por el mero hecho de vivir, le era necesario aprender antes a deshacerse de todo con una sonrisa de escepticismo.”


“Las exigencias de la vida privaban en cierto modo al hombre de su albedrío; le hacían esclavo de una voluntad gregaria, que no goza, ni siente, sino que va; va en un sentido o en otro, arrastrada por las circunstancias del momento, accionada por causas absolutamente extrañas a su voluntad.”


Así discurre el libro, entre los intentos de Pedro de no conectar con nadie para no perderles.


Pág. 203. “Y el tiempo siguió huyendo; sin volver una sola vez los ojos.”


“Continué viviendo como siempre, sólo para mis adentros.”


Pág. 204. “Yo me era a mí un desdibujado misterio, un confuso remolino en el seno del cual giraba vertiginosamente mi propia conciencia.”


Hasta que se enamora de Jane, una bella alma que le enseña la inocencia del querer, sin pensar más allá, simplemente entregarse.


Pág. 213. “Notaba yo que todo era indiferente fuera de ella; que cualquier rincón del mundo sería bueno si tenía ante mí la morbidez delicada de sus antebrazos y la dulzzura desconcertante de su voz.”


Pág. 221. “–¿No le parece molesto sujetar toda una vida a unos principios previos, por muy amplios que sean?

–A veces es necesario. [...] ¿Para usted no?

–No, fuera de algunos aspectos; en lo demás juzgo más agradable vivir a lo que venga.”


Pedro había afianzado en su ser unos principios bien definidos que le hacían estar en lucha con todo, pero en ese momento lo estaba especialmente con Jane, así que decidió abandonarla y seguir su vida en soledad.

Esto le llevó a un estado depresivo casi crónico.


Pg. 272. “Nunca como en aquella ocasión y en los días y noches sucesivos, me vi tan abocado a la locura. Vivía como bajo los efectos de una embriaguez crónica, de una niebla pesada que se me metía hasta el eje del cerebro, impidiéndole desplegar su función normal”


Su jefe, el capitán del barco en el que trabajaba, al verle así de mal le invita con él a su casa de campo para que sane ahí.


Pág. 273. “Aquello era lo que yo necesitaba. Paz, paz. paz entrándome sin límites por todos los sentidos, traspasando en oleadas la superficie de mi piel.”


Ahí, tiene una conversación trascendental con la mujer del capitán doña Sole.


Pág. 286.

“–Desde luego, este mundo no se ha hecho para gozar. [...] Todo está regido por un perfecto equilibrio –continuó– La Naturaleza, las plantas, los animales, el hombre [...] Al lado del capullo están siempre las espinas; las épocas de abundancia son coronadas por épocas de escasez; la guerra sigue siempre a la paz, y la paz a la guerra [...] Esta es la ley del contraste que rige el mundo. [...]

Pero este equilibrio, esta alteración de lo bueno y lo malo, no puede bastar para enfangarnos en el pesimismo.

El pesimismo sólo nos deja ver las espinas en los rosales, la muerte en el hombre, la carne en el amor. Alimentados de pesimismo, no vivimos la vida, la sufrimos. [...] Y aquí está el error, la contradicción con Dios.”


Pág. 288. “–Dios no envía nunca más de lo que el hombre puede soportar. Y el hombre no debe buscar más de lo que Dios le envía.”


Pág. 289. “–La vida debe vivirse serenamente. No deben previvirse las amarguras que nos impiden vivir con serenidad. Y cuando estas amarguras lleguen, soportarlas con estoicismo, sabiendo que alguien sufre más y con mayor resignación que nosotros.”


Pág. 290. “–Desengáñese, Pedro –me dijo–; esta es la vida.”


Debido a esta conversación, Pedro decide volver con Jane. Viven felizmente, se casan y esta se queda embarazada. Todo irá bien hasta el desenlace trágico de la novela.


La moraleja del libro.

En la vida hay cosas buenas y cosas malas inevitablemente, y todos tenemos algo que superar o afrontar.


Desde esta premisa tenemos dos opciones, la primera es no hacer nada, ignorarlo y vivir en sufrimiento. Es más fácil a corto plazo, pero más dolorosa a largo.

La segunda es afrontarlo, dar un paso costoso a corto plazo, pero que a largo traerá la felicidad.


Pedro, el protagonista del libro, se impone a sí mismo como única manera de vivir la primera, condenándose a una vida de sufrimiento.


Otras frases del libro.

Máxima de la historia.

Pág. 55. “Siempre es más fácil perder que ganar –terminó–, y por eso conviene quedarse en poco.”


Rayadas.

Pág. 153. “Ahora veía que la muerte lo llenaba todo en el mundo con su vacío desolador. Sentía un malestar casi físico encarnando mi desasosiego espiritual. Mi cuerpo se electrizaba a veces sin motivo aparente y yo había de buscar entonces el contacto del aire helado para apaciguar mi cuerpo y mi alma”


Referencias a Dios o al Universo.

Pág. 177. “En ese desorden caótico y ordenado al propio tiempo con el que sólo Dios sabe animar sus propias obras.”


Descripciones Naturaleza.

Pág. 179. “A ratos parecía que ambos –Cielo y mar– se hacían la competencia, discutían sus dimensiones y calidades.”


Esperanza.

Pág. 180. “En el fondo tenía esperanzas de sanar por dentro; de que el tiempo y la naturaleza fuesen debilitando las profundas roderas que en mi ánimo imporimiese el carro de la muerte; de poder decir algún día «He sido un loco» y reírme hasta desmayarme de mi locura.”


Frases sueltas

Pág. 53. “Ya que hay cosas que se soportan mejor en la penumbra que perfiladas en toda su ingrata sinceridad.”


Pág. 59. “Conocía al parecer toda la gama de dificultades y azares que obedece la presencia sobre la tierra de todo ser vivo.”


Pág. 60. “Alfredo me escuchaba con los ojos cerrados, como si velándose la contemplación del cielo le fuera más sencillo asimilar mi discurso.”


Pág. 67. “La catedral y otros edificios altos se empinaban, destacando sobre las casas vecinas, lo mismo que los días excepcionales del año transcurrido resaltaban en mi memoria sobre la uniformidad gris de los demás.”


Pág. 270. “–¿Cuál es su fin próximo en la vida, capitán?

–Eludirlo.

–Eludir, ¿el qué?

–Cualquier clase de fin.”


 
 
 

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