Un Hombre Soltero (que no podía estar con quien amaba)
- Gloria
- 29 jun 2020
- 6 Min. de lectura
Un Hombre Soltero de Christopher Isherwood comienza con unas frases arrolladoras. Duras pero reales, sin ánimo de deprimir, más bien como si fueran un espejo a la realidad.

Pág. 7:
“El despertar comienza al decir «soy» y «ahora». Lo que ha despertado permanece tumbado durante un rato mirando fijamente al techo y escudriñando en su interior hasta que reconoce el «yo», y de ahí deduce «yo soy», «yo soy ahora».”
Nos presenta a George, el protagonista de la novela, como “una criatura” de la que nos dice:
Pág. 8:
“Lo que se ha hecho a sí mismo en sus cincuenta y ocho años de vida, el desastre en que ha logrado convertirse; lo revelan su mirada apagada e inquieta.”
“Lo que ve más que un rostro es la encarnación de un conflicto.”
“Y sin embargo, ni se plantea detenerse. La criatura que contemplamos seguirá luchando hasta caer.”
Tras esta introducción en la que entendemos que George es una persona que ya ha vivido bastante y que esto le ha deteriorado en cierta manera, pero sin vencerle, los lectores nos preguntamos ¿Qué le ha pasado? Y automáticamente el autor nos responde:
Pág. 10:
“Se detiene en seco y el recuerdo vuelve con la nauseabunda frescura de la primera vez: Jim está muerto.”
“La vida destruyendo la vida ante un público compuesto de objetos.”
¿Quién es Jim? Y ¿Por qué le importa tanto?
Antes de continuar, es necesario remarcar el año de publicación de la novela, 1964. En aquella época un personaje principal homosexual y una trama que gira entorno a ese amor, era bastante improbable que triunfara.
Sin embargo, Christopher Isherwood, quien vivió el régimen nazi siendo homosexual reconocido, era un ser excepcional que consiguió que los lectores empatizaran en aquellos años más allá de los prejuicios.
Nos presenta a Jim, el amor de su vida recién fallecido, y con él nos presenta a su entorno, que, por supuesto, consideraba que Jim y George eran dos buenos amigos y que la pérdida del primero para el segundo no era para tanto.
Pág. 22:
“Jim no reemplazaba a nadie. Y, permítame que le diga, tampoco hay nadie en el mundo que pueda reemplazarlo a él.”
George es profesor de universidad y en cierto modo vuelca su existencia en la observación, crítica y análisis de sus alumnos y en los libros.
Los libros
Pág.12: “Los libros no han hecho a George más noble, más sabio, ni mejor persona. Simplemente le gusta escuchar sus voces, una u otra según su estado de ánimo. Abusa de ellos sin reparo, para conciliar el sueño, para olvidar el movimiento de las agujas del reloj, para aliviar los espasmos pilóricos, para que lo rescaten de la melancolía…”
Sus alumnos:
Pág. 18: “La vida de estos niños no son más que un batiburrillo de imitaciones.”
Ser profesor:
Ser profesor supone para él la esperanza, la construcción y el futuro de sus alumnos.
Pág. 49: “La clase ha de atender a George porque [...] puede obligarlos a tomarse en serio hasta sus peores prejuicios y caprichos más irresponsables.”
Y además le hace sentirse útil:
Pág. 68. “¿No proporciona un poco de satisfacción sentirse útil en lugar de contribuir a la producción de inútiles bienes de consumo? ¿No es extraordinario saber que perteneces a una de las pocas profesiones de este país que no está totalmente corrompida?”
Conforme avanza la novela nos vamos dando cuenta de que nuestro protagonista vive inmerso en ataques de malestar, debido tanto a la pérdida de Jim, como a la falta de aceptación de la homosexualidad por parte de la sociedad, que siempre se alternan con esperanza y ganas de vivir.
Ataques de malestar:
Pág. 16: “George se avergüenza de verdad de sus bramidos porque no es teatro. Pierde de verdad los estribos; después se siente humillado y tiene náuseas.”
Pág. 78: “¡Cómo retroceden todas y cada una de las terminaciones nerviosas del pobre cuerpo al ver, oler, sentir este lugar! Instintiva, ciegamente, se estremece, se encabrita, lucha por escapar.”
Pág. 93: “Pues ya ha caído sobre él la abrumadora desgana de la tristeza. La desgana que hace que uno se quede en la cama hasta ponerse enfermo.”
Ganas de vivir y seguir adelante:
Pág. 85: “«Estoy vivo –se dice–, ¡estoy vivo!», y la energía vital brota ardiente en su interior, y el placer, y el apetito. ¡Qué gusto habitar un cuerpo! –aunque sea esta vieja y desvencijada carcasa–.”
Pág. 86: “Desea disfrutar de su propio cuerpo: el cuerpo viejo, curtido y triunfante de un superviviente. El cuerpo que ha sobrevivido a Jim y que sobrevivirá a Dios.”
Que no se acepte la homosexualidad es para George una cárcel que sin duda le dificulta a la hora de superar a Jim. Antes se aceptaban entre ellos dos, pero ahora se siente completamente solo y desprotegido. Por ello hace muchas referencias a las minorías y a cómo la sociedad está perdida e ignorando la realidad.
Minorías:

Pág. 58: “Una minoría cuenta con una forma de agresión propia. Odia a la mayoría (motivos no le faltan lo confieso). Incluso odia a las otras minorías. Todas afirman ser la que más padece y víctima de las injusticias más atroces. Y cuánto más odian y más las persiguen, más crueles se vuelven.”
Sociedad perdida e ignorando la realidad:
Pág. 20: “¿Son conscientes de que tienen miedo? No. Pero lo tienen, y mucho. Temen lo que pueda albergar la oscuridad que los rodea, aquello que en cualquier momento pueda revelar la irrefutable luz de sus linternas y que nunca más podrá ser ignorado ni justificado.”
Dentro de esta situación de pérdida y malestar, el punto de giro de la novela llega cuando un alumno de George empieza a tener cierta relevancia en su vida.
Este alumno se llama Kenny, y George y él no tienen la típica amistad en la que las dos personas se quieren y acercan para compartir cosas. No. En esta relación la distancia es la principal protagonista, y esta se mezcla con una admiración mutua y con un saber “Nuestra conexión no puede ir más allá”.
Prueba de esto es que Kenny no deja de llamar a George “Señor” a pesar de ser el único amigo de este último.
Pág. 67: “Aunque este ambiguo intercambio no les ha ayudado a comprenderse mejor, el propio hecho de no entenderse, de conformarse con mantener un diálogo de sordos, supone en sí mismo cierta intimidad.”

Pág. 128. “George quiere explicarle todo esto a Kenny ¡pero es tan complicado! No quiere correr el riesgo de descubrir que no le comprende.”
Ambos conectan y al mismo tiempo no se dejan conectar, hasta el punto en el que el lector se pregunta ¿Por qué no tiran la barrera que les impide conectar? ¿Qué es lo que les frena? Esto se resuelve de una manera no categórica, en una conversación entre los dos, borrachos que será el clímax de la novela.
Pág. 146: “¡Ay, Kenneth, Kenneth, créeme…, nada me gustaría más! Me muero de ganas de decírtelo, pero no puedo. De verdad que no puedo. Porque ¿no te das cuenta? Lo que sé es lo que soy. Y eso no te lo puedo decir. Tendrás que averiguarlo por ti mismo. Soy un libro que has de leer. Un libro no puede leerse así mismo. Ni siquiera sabe de qué trata.
Tú podrías conocerme. Podrías. Pero no lo vas a molestarte. ¿Sabes? [...] En lugar de molestarte en conocerme caes en el tópico inexcusable de que soy un viejo verde, y conviertes esta noche un flirteo.”
Esta conversación supone para George la última batalla de su vida contra el malestar, la incomprensión y la soledad que él mismo elige. E inmediatamente deja de sentirse capaz de conectar con nada más: se rinde; abandona.
Pág. 135:
“Abandonandose a él, se libera de todo pensamiento, palabra, emoción, deseo, de su personalidad, de su vida entera; vuelve una y otra vez, sintiéndose cada vez más limpio, más libre, más ligero. Se siente íntima y totalmente feliz.”
Termina así esta novela a la que creo que “real” es el adjetivo que mejor la define. Nos muestra cómo sin el apoyo de la sociedad hay veces en las que un individuo no es capaz de levantarse a sí mismo; nos muestra cuán importante es el reconocimiento de las minorías y cuán importante es encontrarse y aceptarse a uno mismo.
Lo más triste para mí es que haya habido tantas personas viviendo esta situación; que esta situación de desesperación por no poder ser tu mismo y no poder amar a quien amas, se extendiera tanto que llegó a ser normal.
Por eso es bonito que a día de hoy estemos cambiando las cosas y le estemos dando importancia a la libertad de ser uno mismo y querer a quien quieras, porque no hay nada peor que negarse y que te nieguen.

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